miércoles, 30 de abril de 2014

Milagros

Corría hacia el hospital al sur, sus piernas le habían empezado a doler hace ya mucho, pero tenía que llegar a verla, no podía no estar. En todas las 13 cuadras que corrió ningún taxi lo recogió, y su vehículo, para su mala suerte, no funcionaba.

Llegó a la destartalada construcción, y rápidamente entró a la pequeña sala en la que su hija, Milagros, descansaba; de unos siete años tenía cabello rubio, tez blanca y unos ojos verdes hermosos, sufría de neumonía grave, él se arrodilló junto a ella y oyó sus dulces palabras.

-Sabía que llegarías papá… -

Y sobrevivió…

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