viernes, 14 de abril de 2017

Bitácora n°1530

*30 de enero | 2017*

[4:18a.m] Empiezo a creer que el intruso puede llegar a ser real. He estado atrapado aquí dentro ya hace 1530 días, y al principio la presencia pasó desapercibida, pero cuatro años después y luego de creer que solo era mí imaginación, el intruso empieza a hacerse visible. Una gran presencia que perturba mí prisión, me ahoga con sus manos, estrangulándome, pero no lo veo, y me embriaga, me hipnotiza. Sus manos aterciopeladas acarician mí cuello, dejándome alcanzar un orgasmo estremecedor, pero que me deja sin vida, me mata. Me succiona mi energía. Hubo un momento, cuando empecé a notarlo, que escapaba de sus manos, una vez que me dejaba sólo, la desolación me acompañaba; pero me hice adicto, ahora cuando estoy sobrio lo sigo deseando.

Tengo miedo, miedo de corromperme, de perder el rumbo para siempre, de hecho empiezo también a dudar de mí cordura. ¿Hay un rumbo correcto? ¿Está mal dejarse estrangular?

¡No! ¿Lo ven? No sé cuánto más pueda durar mi mente afligida en estas pobres condiciones. Debo escapar de la prisión. Volar.

[5:23a.m] ¿Qué sucede luego del éxtasis? Vacío. Hasta que las manos vuelven a tocarme otra vez. No se puede vivir todo el tiempo en placer, ¿o si? No logro hacer que el intruso coopere con lo que yo realmente quiero, se parece mucho a mi, pero tiene otra motivación, es más animal y no tan pensante como yo. Dos extremos. Ya no sé qué hacer, me siento agobiado por la simple existencia de la encrucijada que no quiero cruzar, en la que no worries decidir. Pero el movimiento es bueno, e inevitable, no puedo quedarme quieto por mucho tiempo, porque eso es lo que me consume más que cualquier otra cosa.

¿Cuáles son mis opciones? Abrazar al intruso o abrazar el amor. ¿Yo qué se de la vida para tomar una decisión semejante? ¿Yo qué se del amor? ¿Del compromiso? ¿Yo qué se qué es lo importante? Díganme por favor que hacer porque me marchito de tanto anestesiarme, de tanto pensar, de tanto ahogo.

No.

Si sé que debería hacer, debería elegir al amor, a aquello que me hace sonreír, no solo a lo que me hace gemir. Pero tal vez sea mí naturaleza la de tener este intruso en mí interior, de ser un idiota que parece ser adicto al sexo, o mejor dicho, adicto a lo que el sexo te hace sentir... o lo que no permite sentir. Me niego a aceptar que la naturaleza o cualquier mierda del destino elija para mí, la decisión es mía, pero tengo miedo, porque voy perdiendo.

martes, 11 de abril de 2017

Vuelo accidentado

El día en el que sea feliz. Libertad, alas, pájaros. Siempre fueron motivo de mí fascinación, me brillaban los ojos en pensar en esos animalillos que recorrían el mundo siguiendo las corrientes aéreas, me los imagino en el cielo, con el viento acariciándoles sus caras, con sus alas extendidas, haciéndole el amor a la libertad. Me los imagino en jaulas, sin entender porqué están allí atrapados, quitándoles la libertad por la cual están vivos, quitándoles y drenándoles la vida misma de sus cuerpos, su razón de vivir, su esperanza, su amor. Y esa jaula se vuelve motivo de odio, las aves, seres de inocencia, amor, libertad, se convierten en otra cosa, animales oscuros, llenos de resentimiento, odiadores natos. Harían lo que sea por escapar, por prender fuego esa jaula, por despedazarla y luego volverla a construir, para luego volverla a despedazar una y otra vez, necesitando verla sufrir, verla implorar por su perdón. Me imagino un cuerpo pequeño, al que el odio no le entra, le es más grande, la angustia se le atora en la garganta, en vez de ser los gusanos que podría cazar si estuviera en libertad, la ira le quema los ojos, en vez de ser el viento el que se los acaricia si pudiera volar, los gritos de ayuda inundan el aire, en vez de ser cantos de felicidad lo que lo hacen. Han transformado al pájaro en otro animal. En un ser humano presa de sí mismo, presa de sus padres, presa de su jaula, lleno de odio, resentimiento, irá, deseo de venganza, de despedazar a sus captores. Los odia y se odia. Pajarito nació, y lo despedazaron, hicieron lo que quisieron con él, y ahora él, quiere hacer lo que quiera con ellos, y lo que quiere, es verlos sufrir en la agonía más profunda, aunque sea la última mierda que haga.

viernes, 7 de abril de 2017

Creo que me odio

Me siento sólo; abandonado y traicionado por mí. Creo que me odio en secreto. El secreto más grande y mejor guardado, un sentimiento tan enorme que lo escondo en una caja de cristal, en las zonas más olvidadas, oscuras y peligrosas de mi mente, custodiada por fantasmas y demonios que tienen espejos y luces de colores.

Cuando era chico quería ser el mejor en todo, más tarde, a medida que fui creciendo y la vida me apaleó con la realidad, dejé ese sueño de lado, y creo que no me importaba, pero... ¿Qué pasa si me está consumiendo los huesos? Me consume no poder vencerme, me odio, porque no me puedo ganar, y yo siempre tengo que ganar. Aunque... En esto, si pierdo también gano, y si gano también pierdo, claro que las diferencias entre cada situación son más que obvias.

Oh, Anestesia querida, una de mis tantas amantes, ésta noche no pudimos concretar nuestra unión, me prometiste que si te besaba no iba a llorar, mas me abandonaste a mitad de camino; y heme aquí, medio atontado, pero con la realidad en los ojos y un sabor horrible en la boca.

¿Qué más hay que hacer? Porque Lau(ti)... algo hay que hacer. Siempre llevas las cosas al límite, como los nenes. ¿Nunca aprendes?

Tal vez no quiero salvarme porque me odio, porque sé que no puedo ser el mejor, porque tener amantes es mucho más fácil que cuidarte, que cuidarla.

Hago grandes esfuerzos, día a día, tratando de no morir en el intento de sentir algo. Qué frágil que soy, que idiota. Creo que me odio. ¿Me odio?

Me siento sólo, buscando algo que no encuentro y queriendo entregar algo que no sé qué es. Quiero llorar pero mi cara no se inmuta, finge indiferencia, como si estas palabras fueran nada más que ficción. Quiero llorar, quiero ser real.

Creo que me odio. Quiero ser real. Anestesia. Sabor horrible. Ser el mejor. Inidiferencia. Vida agresiva. Traición. Ojos secos. Amantes. Miedo. Yo. Lautaro. Yo. Prisión.

viernes, 31 de marzo de 2017

Lentes de contacto

A él le gustaban los lentes de contacto de colores, y los usaba diariamente. A ella no le gustaban, siempre le decía que los ojos eran las ventanas del alma, y que usando los lentes lo único que hacía era sellar las levantas para que el resto no pueda ver si tristeza. Ella hacía trampa, ni con todas las cortinas del mundo ella sería incapaz de ver el alma del chico. Él se tapaba los ojos para que no lo pueda ver, observar, sentir. Pero ella hacía trampa. Ella lo veía.

Mi niño interior

Como un nene pequeño que le teme a todo. Tiene miedo a los monstruos que se esconden bajo la cama, a los que ha visto en alguna oportunidad. Tiene miedo a su sombra, que lo sigue a todos lados, sigilosa. Tiene miedo al dolor, a las personas punzantes, y a sus malas intenciones. Tiene miedo del reflejo que ve en el espejo, tiene miedo de sí.

Como un nene que no controla sus impulsos, que no puede tomar decisiones y se deja llevar por los placeres ocultos que desconoce. No sabe que hacer o qué decir ante los demás, cómo complacerlos sin dejar de complacerse.

Como un nene que quiere parecer fuerte pero que lloriquea bajo la sabana todas las noches, que sueña con otro mundo. Un nene con muchos sueños y esperanzas, pero que los esconde de todos para que no se los roben, para que no se las pisen. Un nene bueno pero que finge ser malo porque tiene terror a que se metan con él. Que sueña con hacer amigos de un día para el otro, de abrazarlos sin miedo, de mirarlos por horas y contarle sus problemas y sus fantasías. Mas es un nene que calla.

Un nene pequeño que quiere conservar su inocencia pero su naturaleza lo fuerza a hacer cosas que le dan miedo, que lo hacen sentir culpable, que el mundo condena, pero que él no entiende porqué están tan mal.

Un nene no tan pequeño. Un adolescente. 17 años. Casi un adulto joven que no está muy seguro de serlo, que oculta en su interior un corazón lastimado y que quiere curar, pero no deja que nadie lo vea. Casi un "mayor de edad", que no entiende como puede ser mayor cuando todavía no sabe cómo llorar. Que espera un consuelo al cual no le permite entrar.

Yo y mi niño interior.


viernes, 6 de enero de 2017

Tiempo...

Toda mi vida tuve miedo a crecer, a cargar con la culpa de todos mis actos, a tomar responsabilidades, a tener obligaciones, a que el mundo duela cada vez más, a que las cosas sean más crueles, a salir más y más lastimado. Pero llega tiempo de cambios, llega el tiempo de crecer.

2017. Mi decimoctavo cumpleaños.  No es la gran cosa para la mayoría de ustedes tal vez. Yo me pasé toda la vida aterrado de este momento, como si fuera un límite, una línea a cruzar en la que todo cambia, una línea inevitable para todas las personas. Un miedo a enfrentar. Y en este momento de mi vida, con mucho miedo, con muchas incertidumbres, si saber que puede llegar a pasar mañana, tengo tranquilidad, tengo compañía. Tengo un abrazo a dos bondis de distancia, besos que queman mis labios eternamente, un lugar seguro, una persona segura, y aunque el mundo se me venga abajo, aunque me tiren con todo lo que tengan, sé que todo va a estar bien, porque ella me cuida, ella me acompaña.

Pero no solamente la tengo a ella, tengo un ejército a mis espaldas. Tengo un cielo (Sky) que siempre me tranquiliza con sus palabras y siempre está disponible para que compartamos y nos contemos nuestros mambos. Tengo una loca adicta a la birra y al fernet que no para de llenarme el corazón de amor, que me llena de risa con cada mensaje que me manda. Tengo un grupo de amigos increíble que me alegran mis principios de semana; una comida de por medio, música y muchas risas que no me pueden faltar. Una hermana de alma que desde el primer momento que la vi me enamoré de ella, que aunque ahora esté un poco lejos nos tenemos en el corazón mutuamente. Una Rachel para mi Kurt interior que cada día se hace querer más y más. Una pendeja que aunque siempre sea por Whatsapp, nunca deja de estar presente en mi vida, aunque yo no tanto en la suya. Un/a sobrinx en camino que me va a llenar el corazón con más amor del que ya tengo. No me alcanzan las palabras para nombrar a toda la gente que me acompaña. Y los amo con el alma. A todos y cada uno de ustedes.

Quiero que sepan, que si el mundo se termina derrumbando, y yo no puedo sostener los ladrillos que caen, les advierto, soy una persona rara, sí, pero no soy mala persona, y si quieren hablar de mí, hablen, que mis oídos solo escuchan a esas personas que me quieren.

Tiempo de cambios, tiempo de crecer, tiempo de amar. Tiempo…

viernes, 21 de octubre de 2016

El adiós del Principito

Me duele el alma, me duele el cuerpo. Se siente como si hubiera quedado vacío, tan vacío que peso menos que el aíre y floto sin dirección, suspendido en un infinito negro. Te conocí y todo fue color, todo fue luz, tus ojos me llenaron de dulzura, tus manos de suavidad y calor, tu sonrisa de felicidad, tus lágrimas de profunda angustia. Antes de verte estaba anestesiado, adicto a la depresión, y vos me hiciste sentir todo tipo de cosas, me hiciste vivir y dejar de sobrevivir.

Fuiste todo para mí, y soltarte la mano fue una de las cosas más difíciles que jamás haya hecho. Me rompió el corazón tener que alejarte, me desmoroné y me caí hecho trizas, para volver a anestesiarme, para volver a sobrevivir por un rato. Y aunque estoy muy confundido, ya no quiero lastimarte, no quiero confundirte, angustiarte, sacarte más tiempo.

Necesito que sepas, que nunca jamás me hiciste mal, que me hiciste mejor persona, me enseñaste qué es el verdadero amor, me hiciste crecer. Me enseñaste a mirar las estrellas, a hablar en silencio, a sentir el calor en el frío. Me hiciste saber que podía amar y ser amado, me refugiaste en tus brazos, me acurruqué en tu pecho, fuiste mi rescate y mi lugar en el mundo.

¿Fuimos perfectos? Los dos sabemos muy bien que no. Fue un camino con muchos obstáculos y algo parecía hacerlo imposible, pero te amé como nunca amé a nadie, te amé como nunca me ATREVÍ a amar a alguien. Fue mágico, fue encantador, por momentos fue triste, muy triste, pero sobre todo fue un despertar, una primavera en mi interior. Fuiste mi primavera. Mi revolución. Mis colores entre tanto blanco y negro. Lo repito: fuiste todo para mí.

Y ahora que nuestros caminos parecen estar separados por un rato, me rompe el alma saber que por mí lloras, que por mí sufrís, porque es lo último que quise hacer, es lo que más me desgarra el corazón; pero sé, y espero, que sea para mejor, que algún día todo esto quede detrás nuestro, y podamos volver a hacernos sonreír, a abrazarnos, a contarnos cosas, a ser el refugio del otro, de una manera o de otra. Porque te conozco hace tantos años, fuiste de todo en mi vida, de un extremo al otro, pero siempre estuviste para mí, y me gustaría poder devolverte el favor. Porque te amo, y no te voy a dejar de amar, eso es algo que se con seguridad, porque aunque pasen miles de años y ya no nos veamos más, te voy a recordar siempre, y siempre, pero siempre, te voy a amar.

Lo siento mi vida, mi amiga, mi confidente, mi refugio, mis alas, mi pareja, mi desconocida más conocida, mi rosa, mi compañera, mi castillo, mi todo… Lo siento mucho, te amo.

Necesitaba que lo sepas…

“Si uno se deja domesticar corre el riesgo de llorar un poco”