lunes, 14 de abril de 2014

Amor bajo tierra

Autora: Camila Santini

Caminaba deprisa, pues no quería llegar tarde a una entrevista de trabajo, concentradísima en cuál de los tantos subterráneos debía tomar. Ella, sabía que debía encontrar la línea B con rumbo a Palermo, pero lo que no podía saber, era lo que le deparaba el destino. Muy nerviosa daba vueltas por la estación, frustrada recorría todos los pasillos de aquel lugar. Todas las entradas le parecían exactamente iguales. Era una persona a la que no le costaba adaptarse a los cambios, pero tantas posibilidades diferentes, la asustaban.

Un nuevo trabajo podía significar una nueva forma de vida. En cambio, para él, la misma rutina de siempre, desayunaba tranquilo mientras leía las noticias, no soportaba salir a la calle sin conocer las novedades, y así poder anticipar cualquier tipo de eventualidad. Luego de asegurarse de que la línea B trabajaría normalmente, salió. Era un día como todos los otros, un agobiante calor que convertía el aire en una densa masa irrespirable, gente corriendo de un lado para el otro y, ese olor, ese horrible e insoportable olor que desprendían los motores de los trenes, perturbando a todos a su alrededor.

De pronto ambos convergen en ese sitio, donde tanta gente cada mañana realiza las diferentes combinaciones de subterráneos para llegar a su destino. Un niño que corre jugando con su hermano antes de entrar al colegio, provoca que a la joven se le caigan todos los papeles de su carpeta, quedando su curriculum disperso por toda la estación, siendo pisoteado por los transeúntes sin ser advertido. Todas sus expectativas de un cambio de vida se habían derrumbado. Ese trabajo representaba todo lo que ella aspiraba a obtener para una definitiva independencia económica. La angustia la invadía, sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas. Al observar la situación, Ignacio, sintió el impulso de ayudarla, él, pudo ver en ella algo a lo que le teme cada día, que algo inesperado se presente, arruinando sus planes.

- ¿Necesitas ayuda? – Dijo él con un tono amable.

- No gracias, es inútil, ya todos los papeles están mojados y pisoteados. – Dijo ella sin siquiera mirarlo a los ojos.

Él se quedó en silencio por un momento. Abrió su maletín y sacó un pañuelo que le ofreció. En ese instante, las miradas se encontraron, dando lugar a una espontánea sonrisa. Algo sucedió. Ambos se vieron reflejados. Ella se había despertado con la convicción de que ese día cambiaría su vida, lo que desconocía era que ese acontecimiento tan esperado no sería en lo laboral. Y él que pensaba que ya nada en su vida cambiaría, se dejó atravesar por la posibilidad de que una mujer, entrara en su mundo. Él con voz temblorosa y manos transpiradas, se animó a invitarla a tomar un café, rompiendo su estática rutina, pero permitiéndose elegir algo diferente para su estructurada vida. Y ella que siempre se había animado a encarar situaciones diferentes, esta vez exploraría algo completamente desconocido hasta el momento, el amor...

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