Generación desencantada

Estoy decepcionado de la vida, no tengo esperanza, no tengo confianza, no puedo pensar que alguien realmente me quiere, soy inseguro, porque para muchas personas no soy más que otra persona perdida en el desencantado mundo de los idiotas.

Mis padres se divorciaron cuando era chico, y muy en lo profundo de mi corazón creo que es por mi culpa, yo DEBO creer que todo es mi culpa, así es la vida, no significo nada y no sirvo para nada, tengo ocho hermanos, ¿me aman? No lo sé, eso creo, sin embargo tampoco soy lo suficientemente importante para ellos.

Tengo muchos amigos, muy pocos son verdaderos, trato de engañarme pensando que me aprecian, pero en el interior siento que no se preocupan por mí, que no me tienen realmente en cuenta, que solo soy el de relleno. 

Rechazo el amor, no es que no lo quiera, pero el mundo me educo para creer que no lo merezco.

Para presentarme al mundo exterior utilizo una máscara de felicidad para una eternidad de tristeza, no me puedo mostrar débil.

En el único lugar en el que puedo decir que sonrío sin preocuparme de que alguien se sienta ofendido, o que se sienta realmente mal por ver que yo puedo sonreír y él no, es en mi cuarto, con mi música, con un lápiz, un papel y mi imaginación. Me sumerjo en el extraño mundo de la ilusión, muy poco conocido por la sociedad; nadie se atreve a adentrarse en sus rincones, el estado prohibió la ilusión y las esperanzas. Hago fuerzas para que parezca que todo está bien, y comienzo a escribir de algo, cualquier cosa, eso no tiene importancia, lo único que me “interesa” son los cumplidos del exterior, que en verdad son los que menos me tendrían que preocupar, una máscara de felicidad para una eternidad de tristeza.

Para terminar con mi percepción de la vida, puedo decir que tengo personas que me aman, que se preocupan por mí, sin embargo no lo quiero ver, porque nací en una generación desencantada, que no cree en la magia, ni en el amor, ni en la esperanza, solo en un mundo cubierto de corrupción, de bombas, de guerra, que tiene como único destino la autodestrucción provocada por las personas ciegas del mundo.