Perdón, soy un poco
extremista, y como lo soy, ese “un poco”, no puede ser si no un extremo mismo
del extremismo. Y como ya deben saberlo si suelen leer lo que escribo, uso la
escritura para la liberación de mis más puros, o turbios sentimientos…
Sentimientos en fin. Amor, odio, tristeza, rabia, suelen mis preferidos, y
aunque en el pasado he tratado de esconder detrás de la ficción cuál era el
verdadero motivo de mi dolor, ya no lo hago más. Como he dicho en otros de mis
escritos, la mejor manera de mantenerse recto y fuerte ante los demás, es
exhibir tus debilidades y tus secretos.
Hoy les vengo a comentar
acerca de la decepción que me ha dado cierto zorro del mundo. Que falto de
justificaciones, y lleno de abandonos, ha partido hacia otro lado. Otro lado
que no es ni bueno ni malo, otra dirección lejos de mí. He pasado cierto tiempo
meditando el hecho de que se alejara de mí y rechazara eso que teníamos, eso
que yo quería y disfrutaba ofreciéndole, y llegué a la conclusión de que duele
ser rechazado, duele que esa persona en la que confiabas, sin aviso, decida
darte la espalda, adjudicando cosas que vos nunca pudiste ver. Porque eso se
siente, casi como una traición que él no nota, casi como un abandono que él no
ve. Y tal vez eso es lo que más duele, el rompimiento sin aceptar que hay,
definitivamente, un rompimiento.
Mi intención no es ser muy
melodramático, ni hablar mal de este zorro, que habrá tenido sus intenciones y
sus motivos, para separar nuestros caminos. Sin embargo, mi corazón necesita
escupir esto que lleva dentro. Este dolor provocado cuyo autor no se adjudica,
cuyo autor no se lamenta de provocar.
Siento que me falta algo, y
no porque me falte ese zorro al cual, siendo sincero, le guardo cierta rabia
actualmente; si no, que siento que me faltan explicaciones reales, o tal vez,
siento que me falta un poco de enojo, un poco de insultarte, para que sepas que
lo que hiciste no estuvo bien, decirte que descuidaste algo que no deberías
haber descuidado y que te vas a arrepentir de haberlo hecho… Pero se que ese no
es el camino a transitar, y tampoco conozco si esa es la verdad o sólo mi enojo
parcial hablando…
La realidad es que quería a
ese zorro, y que se alejara de mí, sin una explicación que yo entendiera como
válida, duele, provoca enojo, preguntas, y acompaña un proceso que marca nuevos
comienzos.
Espero sea feliz, espero
encuentre otros zorros en su nuevo camino, espero también yo mismo encontrar
nuevos zorros, o pájaros tal vez, que ahora me enseñen a volar, como ese zorro
me enseñó a crecer.
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