Una
hoja en blanco que refleja mi incertidumbre conmigo mismo. No sé qué escribir,
no sé qué sentir. Duele. Duele la búsqueda, duelen las dudas, duelen las
respuestas. ¿Estoy tan mal que todo me duele? En el día a día no lo noto, pero
a veces las preguntas son ¿seré depresivo? O a veces ¿estaré reprimiendo todos
mis sentimientos? Otros días pienso que todo forma parte de mi imaginación y
que esos fantasmas que me atormentan no son más que eso... fantasmas. Pero...
¿aquello que nosotros creemos como real no termina siéndolo de una u otra
manera, para nosotros al menos? Es decir, hay mucha gente religiosa en el
mundo, y para ellos su Dios o sus creencias son tan reales que inclusive
podrían dar su vida por ellas. ¿Tenemos derecho el resto de nosotros, los no
creyentes, a negar la existencia de tales figuras o entes?
No
hay pruebas de mis fantasmas, pero las preguntas de que siquiera puedan
existir, hace que haya un dejo de realidad acerca de ellos.
Duele.
¿Qué
es lo que me duele tanto que no me atrevo a decir en voz alta? ¿La soledad que
siento desde chico? ¿Ese sentir que dejar de existir sería mucho más fácil que
seguir viviendo? ¿La desesperanza que habita en mí todos los días y que cubro
con falsa positividad? ¿Ocultarme cosas hasta a mí mismo? ¿El hecho de no poder
controlarme ni establecer metas?
No sé
qué, pero sé que duele. Que tengo una presión en el pecho que sólo se va cuando
estoy con ella. A quien también lastimé incontables veces por mi defectuosa y
estúpida capacidad de amar. ¿Acaso es que vine defectuoso al mundo? Siento que
hay algo mal en mí y no puedo darme cuenta qué. Sinceramente en este momento
quisiera morir. Tranquilos. Puede que suene fuerte, pero no aspiro al suicidio,
y esa tampoco es mi meta. Pero sería ligeramente feliz si ahora, que estoy
tomando un baño de agua caliente para exorcizar mis demonios, el agua se
volviera un ácido tan potente que haría que mi vida se escapará en un instante.
Sin sentir, sin más dolor.
Mi
psicóloga dice que a veces está bueno no anestesiarse, no reprimir nuestros
sentimientos, y concuerdo con ella en la máxima medida que alguien puede
concordar con otra persona. Pero yo, mi propio y más grande enemigo, no me dejo
sentir, no me permito tomar las decisiones adecuadas. Cobarde. Me reiría de una
persona como yo si no fuera yo mismo del que estoy hablando.
Tantos
demonios, tanto dolor, tantos problemas que vienen de vos mismo... Simplemente
sacátelos... ¿no? Ojalá fuera así de fácil.
Ya no
sé muy bien que escribir. Como ven no tengo respuestas, sólo incertidumbre y al
parecer mucho dolor. Seguramente si alguien que no me conoce leyera todo esto
pensaría que soy una persona muy triste y oscura, pero en el día a día no soy
así. Y me da miedo pensar sí es que soy una gran mentira, un gran cobarde o un paranoico
que se teme a sí mismo.
...
Aunque,
pensándolo mejor, puede que algún día, en esta batalla contra mí mismo, no haya
sobrevivientes, y mi más prohibido y secreto deseo se haga realidad...
Te juro que te entiendo tanto.
ResponderEliminar