jueves, 8 de septiembre de 2016

Temor a vivir. Temor a sentir.

Una hoja en blanco que refleja mi incertidumbre conmigo mismo. No sé qué escribir, no sé qué sentir. Duele. Duele la búsqueda, duelen las dudas, duelen las respuestas. ¿Estoy tan mal que todo me duele? En el día a día no lo noto, pero a veces las preguntas son ¿seré depresivo? O a veces ¿estaré reprimiendo todos mis sentimientos? Otros días pienso que todo forma parte de mi imaginación y que esos fantasmas que me atormentan no son más que eso... fantasmas. Pero... ¿aquello que nosotros creemos como real no termina siéndolo de una u otra manera, para nosotros al menos? Es decir, hay mucha gente religiosa en el mundo, y para ellos su Dios o sus creencias son tan reales que inclusive podrían dar su vida por ellas. ¿Tenemos derecho el resto de nosotros, los no creyentes, a negar la existencia de tales figuras o entes?
No hay pruebas de mis fantasmas, pero las preguntas de que siquiera puedan existir, hace que haya un dejo de realidad acerca de ellos.

Duele.

¿Qué es lo que me duele tanto que no me atrevo a decir en voz alta? ¿La soledad que siento desde chico? ¿Ese sentir que dejar de existir sería mucho más fácil que seguir viviendo? ¿La desesperanza que habita en mí todos los días y que cubro con falsa positividad? ¿Ocultarme cosas hasta a mí mismo? ¿El hecho de no poder controlarme ni establecer metas?

No sé qué, pero sé que duele. Que tengo una presión en el pecho que sólo se va cuando estoy con ella. A quien también lastimé incontables veces por mi defectuosa y estúpida capacidad de amar. ¿Acaso es que vine defectuoso al mundo? Siento que hay algo mal en mí y no puedo darme cuenta qué. Sinceramente en este momento quisiera morir. Tranquilos. Puede que suene fuerte, pero no aspiro al suicidio, y esa tampoco es mi meta. Pero sería ligeramente feliz si ahora, que estoy tomando un baño de agua caliente para exorcizar mis demonios, el agua se volviera un ácido tan potente que haría que mi vida se escapará en un instante. Sin sentir, sin más dolor.

Mi psicóloga dice que a veces está bueno no anestesiarse, no reprimir nuestros sentimientos, y concuerdo con ella en la máxima medida que alguien puede concordar con otra persona. Pero yo, mi propio y más grande enemigo, no me dejo sentir, no me permito tomar las decisiones adecuadas. Cobarde. Me reiría de una persona como yo si no fuera yo mismo del que estoy hablando.

Tantos demonios, tanto dolor, tantos problemas que vienen de vos mismo... Simplemente sacátelos... ¿no? Ojalá fuera así de fácil.

Ya no sé muy bien que escribir. Como ven no tengo respuestas, sólo incertidumbre y al parecer mucho dolor. Seguramente si alguien que no me conoce leyera todo esto pensaría que soy una persona muy triste y oscura, pero en el día a día no soy así. Y me da miedo pensar sí es que soy una gran mentira, un gran cobarde o un paranoico que se teme a sí mismo.

... 

Aunque, pensándolo mejor, puede que algún día, en esta batalla contra mí mismo, no haya sobrevivientes, y mi más prohibido y secreto deseo se haga realidad...

1 comentario: