sábado, 1 de noviembre de 2014

Hablando con un desconocido

Lo primero que sentí fue el dolor, un dolor punzante en mi cabeza, me llevé la mano hacia la frente, y cuando la observé pude ver que la herida seguía abierta, y que de ella había salido una cantidad impresionante de sangre. Intenté pararme, pero mi mano estaba apresada a un extremo de la habitación en la que me encontraba. Era húmeda, oscura y se notaba que no la visitaban hace mucho tiempo. Las paredes de ladrillos estaban llenas de polvo, y las telarañas reinaban las esquinas del techo, un lugar realmente escalofriante.

¿Cómo había llegado allí? ¿Cuál era ese lugar?

- Yo te encerré aquí, para asesinarte – Dijo una voz familiar.

- ¿¡Dónde estás!? ¿¡Qué es este lugar!? ¿¡Por qué... –

- Muchas preguntas y pocas respuestas. No tiene sentido que te responda a todo eso, dentro de unos segundos ya no va a  importar – Se notaba un tono de tristeza en la voz, pero a la vez se escuchaba sinceridad.

- Aunque sea dime… ¿por qué? ¿Por qué debo morir? No puedo recordar absolutamente nada – Le contesté yo, que estaba al borde de las lágrimas.

- Mira debajo de ti –

Lo hice, un espejo yacía a mis pies, y cuando lo observé no pude contener la ira. Era yo, pero con una mirada perturbada, oscuro, siniestro, malvado. No podía ser. NO PODÍA SER YO ESA PERSONA. Soy bueno, y nunca me haría algo así a mí mismo.

- Si lo harías, observa tu mano derecha –

Cuando divise el objeto las lágrimas reclamaron su lugar. Un cuchillo perfectamente afilado y que poseía mi nombre en él. Cerré mis ojos lo más que pude, sabiendo que nadie me podía defender de mí mismo.

- Todavía no entiendo por qué – Dije, sabiendo que hablaba conmigo.

- Simplemente le causamos mucho dolor al mundo, y ya no queremos causar dolor, nunca quisimos… o nunca quisiste – Y esta vez noté que las palabras brotaban de mi propia boca. – ¿cierto?

El cuchillo se alzó en el aire y me impactó en el estómago, un golpe mortal, y un golpe mortal se merece un grito desgarrador.

- Cierto – Y la última lágrima rodo por mi mejilla, dejando mi alma seca y vacía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario