domingo, 20 de julio de 2014

Guardianes

Acostumbraba a caminar solo por la playa, viendo el sol nacer y caer, a la luna subir y morir, observando como la marea aumentaba y disminuía, las gaviotas volaban, las nubes aparecían y desaparecían.

Su vida era eso, podía llamársela linda, sin embargo era demasiado solitaria para poder ser una vida feliz, pero un día un hecho curioso ocurrió, dos pares de huellas comenzaron a acompañar sus pasos, un par a la izquierda y otro a la derecha; el tiempo pasó y las huellas continuaban caminando junto a él.

Poco a poco fue queriendo a aquellas formas que no lo dejaban solo, y recordando el pasado no entendía cómo podía haber vivido tan solo, tan poco acompañado.

Los días pasaban y él no apartaba la vista del suelo, temía que si por un momento las dejaba de observar aquellas guardianas se desvanecieran, pero un día sintió como sus manos habían estado aferradas a algo hace un tiempo ya, pero no lo había percibido a causa de su concentración en las constantes huellas. Cuando levantó la vista a causa del instinto pudo ver a una chica a su derecha, hermosa, alta y rubia, tenía una mirada que transmitía paz y fidelidad, a su izquierda un chico, castaño y de ojos verdes, su sonrisa enviaba un mensaje de hermandad y a su vez de complicidad. Además se notaba que con ambos, podías hablar tanto de cosas graves, como podías estar una hora riendo sin parar, eran auténticos guardianes.

Él había oído hablar de esa clase de gente hacía un tiempo, en la época en la que ahora vivía no se acostumbraba, y la palabra resultaba un poco ambigua, pero estaba seguro de que eran esas personas: amigos, y los amaba con locura…

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