martes, 4 de marzo de 2014

El pajarito

El calor del sol le cubría la cara, la luz anaranjada dejaba ver cada una de las facciones de su rostro. La esperanza se veía reflejada en su tranquilidad, quieto, con los ojos cerrados esperando que todo empiece. Tenía ansias de enfrentarse a los problemas de un nuevo mundo que se abría ante sus ojos. Entonces miró, y lo que vio no lo asustó, problemas, desafíos, caídas, pero cuando eso terminara, estaría orgulloso de haber salido victorioso, de tener esas marcas de guerra.

Se paró, y sabía que estaba listo, lo que se aproximaba tenía que prepararse, porque no se iba a rendir fácilmente, iba a luchar con todas sus fuerzas para deshacer los nudos, para romper las cadenas, para abrir las alas y volar. Su madre lo miraba impaciente, y con un dejo de tristeza imprescindible en una persona que va a ver a su hijo volar lejos.

El pequeño pajarito se acercó a la esquina del nido, y entonces saltó, el viento le inducía más ansias, y de un instante a otro, voló, y se alejó, bajo la mirada de su madre, que soportaba otra partida.

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