sábado, 25 de enero de 2014

Cuestión de sangre - Parte 6

Son alrededor de la una y media de la mañana cuando estamos cerca de la ciudad, no tengo algo que lo corrobore, pero al analizar que salimos a las doce de la noche y que Tom dijo que tardaríamos más o menos una hora, más el tiempo que descansamos, creo que pasó una hora y media. Observamos la ciudad desde lejos, quietos, y sin pronunciar siquiera una palabra comenzamos a caminar hacia ella.

- Bueno, entonces, ¿ahora qué? – Pregunto intrigada.

- Ahora vamos a visitar a un viejo amigo, que espero que tenga la tienda que su padre tenía hace tantos años –

Seguimos caminando, y Tom me guía como si no hubiera olvidado ningún detalle. Llegamos a un lugar con un cartel que dice “PANADERÍA” y él golpea la puerta que está a la derecha de este, nadie contesta, pero insiste con más intensidad. De repente alguien abre la puerta, un chico un poco más grande que Thomas, está muy despeinado y se encuentra envuelto en una bata vieja y sucia, además, se nota la molestia en su cara.

- ¡¿Quiénes son y que quieren?! – Dice el hombre misterioso muy irritado.

- ¡Hey! Frank, estás de maravilla, me alegra verte a mí también. Soy Tom, Tommy, Thomas, ¿me recordás? – Contesta bromeando mientras golpea el hombro del chico.

- ¿Tom? – Pregunta Frank con una mueca de sorpresa que nunca antes creo haber visto.

- El mismo y en persona –

- No lo puedo creer – Entonces el chico ríe y lo abraza – Tommy, hombre, ¿Dónde te metiste? No te veo desde… no sé, ¿los seis, cinco años? –

- Si… pasaron muchas cosas, pero eso no es lo importante. Necesito que por una semana me des algún lugar donde dormir y comida, ¿es posible? – Dice quitándole importancia al asunto.

Antes de hablar, Frank ríe.

- No hace falta ni que preguntes – entonces entra a buscar algo y vuelve a salir con unas llaves en su mano – Ya sabes dónde ir, lo único que debo decirte es que tengas cuidado con las ratas. Ahora ya es tarde, pero mañana me presentas a tu novia – Termina diciendo mientras me mira de manera suspicaz.

Siento escalofríos, mi resiente experiencia con los hombres no es muy agradable, y siento que si me tocara no lo resistiría.

- Gracias Frank, nos vemos mañana. – Finaliza la conversación Tom, me toma la mano y comienza a caminar sin mirar atrás.

- Adiós chicos –

Como lo hizo antes, Tommy empieza a guiarme recordando cada esquina, hasta que llegamos a un viejo edificio, se pueden ver los ladrillos rotos y negros. Entra, y me yo voy tras él; después de subir tres pisos, o mejor dicho, subir hasta el último piso, entramos en el apartamento y vemos que tan solo hay una heladera pequeña, una cama de una plaza y un baño.

- Algo es mejor que nada, ¿no? – Dice él con un dejo de decepción en la voz.

- Tommy… tenemos que hablar –

- ¿Qué pasa? –

- No puedo dormir con vos en esa cama, si querés duermo en el piso, no te voy a obligar a que vos hagas eso, pero con lo que pasó hace solo hace unas pocas horas no puedo hacerlo – Le digo con angustia, siento que las lágrimas reclamaran su lugar en cualquier momento.

Tom me mira con ternura, me da un pequeño beso y se acuesta en el piso.

- No hace falta ni que lo preguntes – Termina diciendo mientras sonríe.

- Gracias… -

Una vez que Tommy se duerme yo me apresuro a irme sin hacer ruido, sigo el camino por el que vinimos y llego a la casa de Frank, toco la puerta enérgicamente y él vuelve a aparecer nuevamente con la misma apariencia de antes, incluso todavía tiene la mueca de molestia anterior.

Antes de que pueda pronunciar palabra, yo me apresuro y le digo.

- Necesito tu ayuda… - 

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