Son alrededor de la una y media de la mañana
cuando estamos cerca de la ciudad, no tengo algo que lo corrobore, pero al
analizar que salimos a las doce de la noche y que Tom dijo que tardaríamos más
o menos una hora, más el tiempo que descansamos, creo que pasó una hora y
media. Observamos la ciudad desde lejos, quietos, y sin pronunciar siquiera una
palabra comenzamos a caminar hacia ella.
- Bueno, entonces, ¿ahora qué? – Pregunto
intrigada.
- Ahora vamos a visitar a un viejo amigo, que
espero que tenga la tienda que su padre tenía hace tantos años –
Seguimos caminando, y Tom me guía como si no
hubiera olvidado ningún detalle. Llegamos a un lugar con un cartel que dice
“PANADERÍA” y él golpea la puerta que está a la derecha de este, nadie
contesta, pero insiste con más intensidad. De repente alguien abre la puerta,
un chico un poco más grande que Thomas, está muy despeinado y se encuentra
envuelto en una bata vieja y sucia, además, se nota la molestia en su cara.
- ¡¿Quiénes son y que quieren?! – Dice el hombre
misterioso muy irritado.
- ¡Hey! Frank, estás de maravilla, me alegra
verte a mí también. Soy Tom, Tommy, Thomas, ¿me recordás? – Contesta bromeando mientras golpea el hombro del chico.
- ¿Tom? – Pregunta Frank con una mueca de
sorpresa que nunca antes creo haber visto.
- El mismo y en persona –
- No lo puedo creer – Entonces el chico ríe y lo abraza – Tommy, hombre, ¿Dónde te metiste? No te veo desde… no sé, ¿los
seis, cinco años? –
- Si… pasaron muchas cosas, pero eso no es lo
importante. Necesito que por una semana me des algún lugar donde dormir y
comida, ¿es posible? – Dice quitándole importancia al asunto.
Antes de hablar, Frank ríe.
- No hace falta ni que preguntes – entonces
entra a buscar algo y vuelve a salir con unas llaves en su mano – Ya sabes dónde
ir, lo único que debo decirte es que tengas cuidado con las ratas. Ahora ya es
tarde, pero mañana me presentas a tu novia – Termina diciendo mientras me mira
de manera suspicaz.
Siento escalofríos, mi resiente experiencia con
los hombres no es muy agradable, y siento que si me tocara no lo resistiría.
- Gracias Frank, nos vemos mañana. – Finaliza la
conversación Tom, me toma la mano y comienza a caminar sin mirar atrás.
- Adiós chicos –
Como lo hizo antes, Tommy empieza a guiarme
recordando cada esquina, hasta que llegamos a un viejo edificio, se pueden ver
los ladrillos rotos y negros. Entra, y me yo voy tras él; después de subir tres
pisos, o mejor dicho, subir hasta el último piso, entramos en el apartamento y
vemos que tan solo hay una heladera pequeña, una cama de una plaza y un baño.
- Algo es mejor que nada, ¿no? – Dice él con un
dejo de decepción en la voz.
- Tommy… tenemos que hablar –
- ¿Qué pasa? –
- No puedo dormir con vos en esa cama, si querés
duermo en el piso, no te voy a obligar a que vos hagas eso, pero con lo que
pasó hace solo hace unas pocas horas no puedo hacerlo – Le digo con angustia,
siento que las lágrimas reclamaran su lugar en cualquier momento.
Tom me mira con ternura, me da un pequeño beso y
se acuesta en el piso.
- No hace falta ni que lo preguntes – Termina
diciendo mientras sonríe.
- Gracias… -
Una vez que Tommy se duerme yo me apresuro a
irme sin hacer ruido, sigo el camino por el que vinimos y llego a la casa de
Frank, toco la puerta enérgicamente y él vuelve a aparecer nuevamente con la
misma apariencia de antes, incluso todavía tiene la mueca de molestia anterior.
Antes de que pueda pronunciar palabra, yo me
apresuro y le digo.
- Necesito tu ayuda… -
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