miércoles, 22 de enero de 2014

Cuestión de sangre - Parte 3

Una de las cosas más horrible de haber sido vendida es no saber cuál es mi apellido, esas pequeñas cosas que te hacen sentir mejor, eso sería algo más que tendría de mis padres, pero la pregunta es ¿quiero tener más cosas de ellos?, es decir, me regalaron, y todavía, 17 años después nunca regresaron por mí, no sé porque motivo todavía tengo esperanza, es posible que sea por mi collar, es precioso, y me hace sentir más cerca de mi verdadera familia.

Un día le pregunté a Thomas si sabía su apellido, me contestó que no y cambió de tema rápidamente. Yo lo entiendo, es doloroso hablar sobre como fuiste una molestia para tus padres…

El agua caliente recorre mi cuerpo desnudo, creo que las duchas son lo mejor de este horrible lugar, puedo estar sola y nadie nunca me molesta.

Me considero una chica bien formada, mis pechos no son exorbitantes pero tienen un buen tamaño, me pregunto si lo heredé de mi madre.

Estaba por cerrar la perilla de agua, pero entonces escuché un ruido.

- ¿Hay alguien ahí? –

- Tranquila, soy tan solo yo, querida – Me dice Lorenzo.

Me aterrorice al escuchar su voz, ¿QUÉ HACÍA ALLÍ?

- ¿Sabes? Hable con mi esposa, y tras insistir demasiado me dejó hacer lo que hace tantos años intenté – Me dice, y luego abre la cortina con una cara depravada, examinando cada uno de mis recovecos.

- Por favor, no lo haga Lorenzo… por favor – Digo sollozando.

Mientras él acerca su mano hacia mi inofensivo cuerpo yo logro divisar que las cortinas que me cubrían estaban colgadas de un palo que se sujetaba por la presión de ambas paredes, jalo fuertemente de este, lo que hace que las cortinas y el palo, que era más pesado de lo que parecía, cayeran en Lorenzo.

Rápidamente me envuelvo con una toalla, y me fugo para la granja de Thomas, primero salgo del baño, llego a la cocina y corro lo más rápido que puedo. Antes de que haya pasado un minuto me doy cuenta que hay hombres persiguiéndome, los peones de Lorenzo y Marisa, gritan mi nombre y me ruegan que vuelva, creo que son alrededor de tres.

- No vamos a permitir que te lastimen –

- Fue tan solo un error –

- Vuelve, empeoraras las cosas –

Son algunos de sus gritos, pero estoy decidida a encontrar a Thomas. Cuando por fin llego a la estancia los peones ya están casi sobre mí, me acerco a la casa los más que puedo, pero entonces me atrapan.

- ¡Thomas, Thomas! ¡Auxilio! – Grito con todas mis fuerzas, pero no parece funcionar.
Me tapan la boca, y pierdo toda la esperanza, todos se dan la vuelta, y comienzan a caminar para la granja de los Greys.

- Ahora Lorenzo va a poder terminar lo que empezó – Me dice uno de ellos, y todos comienzan a reír.

Mi furia era tal que no me permitía llorar, yo iba a luchar, no iba a dejar que nadie me tocara.

- ¡HEY! ¡Suéltenla! ¿Qué hacen? – ¡Es Thomas! Vino a rescatarme, la felicidad me embriaga.

- ¿Y vos lo vas a impedir? Somos tres contra uno, no hagas algo de lo que te arrepientas y volvé a ocuparte de cosas que si te incumban. – Grita el que me tiene agarrada.

Pero entonces llegan algunos peones más, compañeros de Thomas, ¿eso ayudaría o empeoraría las cosas?...

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