Esa primer noche
que vi la luz estuve sola con mi madre, sin nadie más en el hospital; yo
pequeña y tan indefensa a su compañía la noche de navidad. A ella le daba vergüenza estar sola con migo y ver a todas las parejas con sus hijos o hijas recién nacidos brindar, por lo cual se
cubría el rostro, pero lo importante era que sabía que la amaba, y yo sabía que ella también sentía
lo mismo por mí.
Ahora, después de 52 años volvemos a estar en la misma situación,
pero soy yo la que la acompaño a ella en el hospital, aferrándole la mano,
procurando que se acuerde de mí.
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